La Galería Toni Mari en la Marina de Denia expone hasta octubre 3 artistas, entre estos Juan Ripollés.
Aprovechando la oportunidad os dejamos una crítica del artista .
Artista polifacético, dota su creatividad de una poética vigorosa y colorida acompañada de una dicotomía permanente entre lo monumental y la fragilidad.
La monumentalidad en sus esculturas requiere una andadura atenta en los procesos y un profundo conocimiento de la terracota. Está a la escucha de este material rustico de su entorno y para transformarlo y transmitirle cierta nobleza. También se ha arriesgado con el hierro, el bronce, el mármol, la combinación de fibra de vidrio y bronce, incluso el cristal de Murano cuyo reto domina a la perfección. Los tamaños colosales necesitan un trabajo subterráneo arduo invisible al contrario del cromatismo que depende de los materiales utilizados: oxidaciones, brillos, mates, colores primarios, mezcolanzas, degradados, transparencias, luminosidades, entrelazados, combinaciones de todo tipo.
La obra pintada sorprende igualmente por su tamaño, bien en forma de dípticos o trípticos que permiten evocar las etapas de las escenas de placer de sus musas que presiden su creación. No canta la Génesis de la humanidad ni la intervención divina en la creación. La metonimia que las caracteriza como fuentes de felicidad y sabiduría corresponde a sus anhelos. Mneme, por ejemplo, es el mito mediterráneo, las emociones tan profundas como espontáneas, la comunión de la madre naturaleza, garante de su cultura mediterránea, de sus legados artísticos y de su tierra valenciana. La huella mediterránea se manifiesta también en los paisajes, en las filiaciones con los grandes maestros españoles -parentesco por las referencias picassianas, por el lado aparentemente ingenuo y puro de Joan Miró-, la influencia de la mitología greco-latina, el entorno y los objetos cotidianos.
El artista crea hibrideces y metamorfosis, refiriéndose a un erotismo de varias facetas: la concupiscencia, la sensualidad, la lascividad, la incitación a la lujuria, oscilando entre la intimidad, el voyerismo y la ternura.
También en sus grabados Ripollés ofrece un mundo lúdico basado en el humor y la ironía, con detalles extravagantes.
Ripo maneja lo caliente y lo frio, lo colosal y lo refinado. Sus esculturas de Murano son ante todo transparencia, fragilidad y delicadeza.